Lo característico del «sesgo de anclaje» es dar mayor relevancia a la información que hemos obtenido en primer lugar a las siguientes que la contradicen. Es lo que sucede con las primeras impresiones, que son las que más nos marcan. Son como anclas, difícil de soltar. Se asemeja a cuando investigamos mucho antes de tomar una decisión. Contradecirnos después de tanto tiempo empleado supone una incoherencia difícil de soportar y, aunque la nueva información sea evidente, podemos «anclarnos» en nuestra decisión y no dar marcha atrás.
El «sesgo de autoridad» es muy habitual: nuestra tendencia a sobrestimar la opinión de una persona «por ser quien es». Así como, normalmente, para hacernos un chalet acudimos a un experto –por la cuenta que nos trae–, en el mundo de la inversión financiera tendemos a confiar en nuestros amigos y familiares sin que estos necesariamente tengan conocimientos o experiencias suficientes. Conviene distinguir potestas –poder socialmente reconocido–, de auctoritas, saber socialmente reconocido. En todo caso, lo ideal es que cada cual se forme su propio juicio, pues cada uno es responsable de su conducta y depende de nosotros formarnos –que no es lo mismo que informarnos– lo mejor posible para tomar decisiones de inversión que se adecúen a nuestra situación y a nuestra manera de entender el mundo.
El «efecto halo» es la tendencia a enjuiciar a una persona, una institución o un producto sobre la base de una única cualidad, positiva o negativa, que hace sombra a las demás. Ponemos una etiqueta inamovible y que condiciona todo. Es como cuando andamos enamorados y solo vemos lo bueno y positivo de esa persona. Considerar que todo tiene sus ‘pros’ y sus ‘contras’ y que lo importante es que uno esté tranquilo con su inversión nos ayudará a ser más equilibrados al ponderar.
«La prueba social» es la tendencia a imitar acciones de los demás: si todos lo hacen, será lo correcto. En el mundo financiero se producen de vez en cuando «burbujas», temáticas sobre las que todo el mundo habla y podemos pensar que no entrar en ellas es quedarse rezagado o «al margen de lo que se cuece». La cuestión es que no es fácil diferenciar si solo son modas o megatendencias de futuro que sí podríamos considerar. ¿Les suena las inversiones éticas, las inversiones sostenibles, las criptomonedas o invertir en tecnologías?
Infografía del Proceso intuitivo de inversión
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