Este sábado de puente, aprovechando el buen tiempo, fui de ruta con unos amigos de la asociación ADAS, altamente recomendable, por Quintana de la Peña, un pueblo semi abandonado si no fuera por la existencia de dos vecinos que, además, se llevan bien. Con uno de ellos estuvimos conversando tanto a la ida como a la vuelta de nuestro objetivo y su historia nos emocionó: jubilado de la mina después de doce años, lleva allí desde el 87, viviendo al ritmo de la naturaleza y despreocupado del mundanal ruido (…).
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