
Ayer había seleccionado y descartado ver un documental sobre Sylvia Plath (Boston 1932, Londres 1963). Seleccionado porque me llamó la atención que le dieran un Pulitzer a título póstumo por sus poemas completos. Y descartado porque muy joven, con 31 años, se había suicidado y pensé que se centrarían en este hecho. Sin embargo, ¡qué gran casualidad! leyendo esta mañana Mujeres que corren con los lobos, la autora, Clarissa Pinkola Estés, dice: «A pesar de que las mujeres experimentaban una profunda nostalgia de la libertad salvaje, por fuera seguían fregando la porcelana con lejía (…) quedándose, como decía Sylvia Plath «atadas a sus lavadoras Bendix». Allí lavaban y enjuagaban sus ropas en agua demasiado caliente para la piel humana y soñaban con un mundo distinto». ¡Con un mundo distinto! Y por eso decidí verlo: Sylvia Plath: Dentro de la campana de cristal.
La campana de cristal es la novela que creó y refleja, de manera en parte autobiográfica, la situación de la mujer americana en los años 50, sus aspiraciones y sus límites. Cuatro semanas después de su publicación, ella se suicidaría fruto de una profunda depresión. «Pero para la persona en la campana de cristal, vacía e inerte como un bebé muerto, el mundo es el mal sueño».
Ya de pequeña se considera escritora, poeta. Con 15 años escribió: «Escribo porque hay una voz dentro de mí que no se quedará callada». Escribir para ella, declara su hija Frieda, fue su acto de rebeldía. «Dios, déjame pensar con claridad y lucidez, déjame vivir, amar, y que sepa captarlo en frases bien hechas, deja que sea capaz de ver quién soy algún día…».
La diferencia en NY de los años 50 entre ser hombre o mujer eran considerables. «No me gusta ser chica, porque como tal debo hacerme a la idea de que no puedo ser hombre; en otras palabras, debo poner mi empeño en la dirección y fuerza de mi acompañante. Mi único acto libre es elegir o rechazar a esta pareja. Y, sin embargo, como me temía, me estoy adaptando y acostumbrando a esta idea». Lo que se decía por aquel entonces es que el hombre quiere una pareja y la mujer seguridad infinita; y que el hombre era la flecha al futuro y la mujer el lugar desde donde se disparaba la flecha.
Después de un primer intento de suicido, un amigo le preguntó por qué: «Es muy sencillo. He llegado hasta el punto de estar tan decepcionada, o de pensar que estaba tan decepcionada por no poder cumplir con mis obligaciones literarias, que pensé que había perdido mi talento; pensé que se había esfumado y no lo iba a recuperar». Pero más tarde se casa, tiene dos hijos, es reconocida en el mundo literario por sus poemas y escribe una novela que para algunos es considerada como de las más importantes de este siglo.
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