Diario de un náufrago

Abraza la niebla en la Peña del Castro

«Nadie mejor que vosotros, artistas, geniales constructores de la belleza, puede intuir algo del pathos con el que Dios, en el alba de la creación, contempló la obra de sus manos. Un eco de aquel sentimiento se ha reflejado infinitas veces en la mirada con que vosotros, al igual que los artistas de todos los tiempos, atraídos por el asombro del ancestral poder de los sonidos y de las palabras, de los colores y de las formas, habéis admirado la obra de vuestra inspiración, descubriendo en ella como la resonancia de aquel misterio de la creación a la que Dios, único creador de todas las cosas, ha querido en cierto modo asociaros». (Carta de Juan Pablo ll a los artistas. A los que con apasionada entrega buscan nuevas «epifanías» de la belleza para ofrecerlas al mundo a través de la creación artística).

Y es que, en la Peña del Castro, vivimos momentos mágicos cargados de belleza que nos retrotrajo varios siglos atrás -a los tiempos de romanos y celtas, pero ahora bien avenidos- donde percibimos, a través de los sonidos y de las palabras, de los colores y las formas, el fruto de la inspiración de numerosos artistas, creadores, a los que Dios ha querido en cierto modo asociarnos. Artista, uno de los setenta y dos arquetipos según El contrato sagrado, de Caroline Myss.

A las diez de la mañana de este domingo, 18 de diciembre, quedamos en la gasolinera que está en frente del Decathlon, después de alguna que otra subida y bajada, el grupo de Los Guardianes de la Tierra. En esta ocasión, constituido por La Gran Druidesa Pas Caroline, artífice de La Gran Pedrada en su misión de conectar a los PAS; por Chema y Alicia Satria, maestros de este arte milenario; por La Druidesa PAS Begoña, que nos mostró su sintonía con los ancestros y algo nos transmitió; por La Druidesa PAS Henar, que nos introdujo en los cantos de mantras, sonidos espirituales simbólicos; por Dani Risas, que nos contagió a todos de su simpatía; por La Druidesa Eli PAS que nos contó la anécdota de La Gran Pedrada y gracias a ella nos llevamos un bonito recuerdo para casa (¡¡¡Gracias!!!); por Javier Kung-Fu, que fue tomando buena nota de todo lo que sucedía y pronto nos mostrará su arte, aunque algo con el tambor ya vislumbramos; por La Druidesa PAS Noemi, artista de la fotografía y de la narrativa; por Nuria Despertar de Mujeres, que cumplió su misión de conectora-mediadora con el mundo romano; por La Druidesa Susana Abrazos, que nos recordó qué es eso del amor; y, por supuesto, por algunos representantes del mundo romano de la Legio IV Macedónica: José Andrés, Gelo y Eduardo, que con infinita paciencia y sabiduría nos iniciaron en las costumbres romanas. Y por mí, claro, humilde escritor bohemio. Mucha Mujer salvaje, en terminología yunguiana de Pínkola Estés en Mujeres que corren con lobos. Y algún que otro Hombre salvaje, Deo gratias.

Después de múltiples abrazos PAS, esos de ocho segundos (no por parte de todas… «No te piques»), nos dividimos en varios coches y pusimos rumbo hacia La Ercina. En los vehículos, cientos de microconversaciones que presagiaban un día mágico. Antes de iniciar el sendero que nos condujera a La Peña del Castro, La Druidesa Eli PAS nos alentó a recoger una piedra con forma «que nos llamara mucho la atención, siempre conectando con el camino, con la naturaleza, con la visualización que tuviéramos con esa piedra». Luego, más tarde, se trataría de dibujar o escribir en ella: «Nadie se monta en el coche, si no tiene su piedra», se nos amenazó…

Antes de llegar a nuestro objetivo, nos paramos para tocar muérdago, tan propio de estas fechas navideñas. “En algunos países del norte de Europa de origen celta existe la costumbre de quemar muérdago el 13 de diciembre, día de Santa Lucía. El ritual consiste en quemar el muérdago que se ha tenido colgado dentro del hogar desde la Navidad anterior para que se lleve todos los males que han ocurrido durante ese año y se sustituye por un nuevo ramo fresco», se recordó.

Mientras La Druidesa PAS Begoña entraba en contacto con los ancestros del lugar, y para preparar nuestro encuentro con ellos, La Gran Druidesa PAS Caroline recordó nuestro afán de juntarnos en los equinoccios y solsticios para celebrar el paso de las estaciones, como los celtas. Ahora, nos habíamos reunido en este lugar para celebrar el solsticio de invierno con la entrada de la luna nueva (23 de diciembre), momento especial de interiorización (los celtas usaban los túmulos sagrados de interiorización en contacto con la naturaleza, las famosas incubatios): «Se trata de meternos en lo más profundo, en nuestro corazón, donde guardamos aquello que nos ha hecho daño, dolor, cosas que olvidamos porque están en nuestro inconsciente». En estos lugares de interiorización se ingerían algunas plantas «para ir abriendo» el corazón. Y nosotros, también lo hicimos.

Una vez abierto el corazón, subimos el silencio hasta el Castro («En silencio, como en Semana Santa, dijo un romano pelín despistado).

Desde el cielo, un buitre leonado nos vigilaba. Para los celtas eran animales sagrados y, se describe en las Púnicas: «Los celtíberos consideran un honor morir en combate y un crimen quemar el cadáver del guerrero así muerto; pues creen que su alma remonta a los dioses del cielo, al devorar el cuerpo yacente el buitre».

A la entrada del Castro La Druidesa PAS Begoña nos repartió pétalos rosas, símbolos del amor, para que cada uno las fuéramos depositando donde quisiéramos para honrar a sus antiguos habitantes. En su momento previo de preparación, decidió cambiar el ritual que había pensado de depositar sangre femenina porque en este lugar no hubo enfrentamiento bélico. Luego, Eduardo, Presidente de la Asociación Legio IV, nos fue explicando costumbres e historias de celtas y romanos.

Después de la explicación histórica, La Druidesa PAS Henar nos introdujo en el sutil arte de los mantras. «Mantra»  es una palabra sánscrita que se refiere a sonidos que según algunas creencias tienen algún poder psicológico o espiritual. ​Proviene de man– (mente) y el sufijo instrumental –tra, podría traducirse literalmente como ‘instrumento mental’. Para abrir el corazón, el centro de las emociones, cantamos. Después de respirar tres veces con los ojos cerrados, cantamos el Adi mantra: Ong Namo Gurudev Namo.

Y entonamos:

Aad Güray nameh
Jugaad Güray nameh
Sáb Güray nameh
Siri Guru Vay nameh

Canto de mantras en movimientos, muy usados en kundalini yoga. En plan llamada y respuesta, bajando el tono.

Como no podía ser de otra manera, encendimos nuestro fuego para encender el que tenemos en nuestro interior y nos untamos el corazón con esencia de rosas traída de Egipto para abrirlo.

En una hoja de laurel, escribimos alguna emoción tristeza, recuerdo, persona, algo que nos costase soltar, que nos costase digerir para, con la ayuda del fuego, intentar transmutarlo. Y con dos actitudes interiores: agradecer lo que nos ha provocado, aún con dolor, evolucionar; y perdonar, al otro o a uno mismo.

Luego, los que «nos considerábamos hombres«, nos dimos las manos y nos situamos en el interior, mirando el fuego. Las mujeres, dándonos la espalda. Al final, tocamos espalda con espalda y nos dimos la mano con «nuestro contrario», como abrazando al niño, a la niña que todos llevamos dentro. Después, espontáneamente, nos abrazamos…

Movimiento con el cuerpo, movimiento de energías…

Después de una breve presentación, Chema Satria y Alicia Satria nos hicieron una exhibición de… Satria.

Luego, practicamos kembangan, «una especie de meditación en movimiento, una danza, una forma de fluir, una conexión con lo natural, es pedir cosas, es limpiar energía»; y que nos encantó a todos, incluso para algún romano escéptico que por allí andaba…

Descubrimos un Belén de cumbres, tradición de senderistas que rememora la tradición cristiana de poner «a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas».

Alguien miró la hora, que en lo sagrado no hay tiempo (ni ego), y decidimos regresar para terminar la jornada con un sabrosísimo cocido en Adrados. En el camino de vuelta, nos encontramos con algunas «cuevas» naturales que esperaban nuevos renacimientos…

La final del mundial de fútbol -porque hubo una final (Argentina- Francia) pasó desapercibida en nuestro ambiente (salvo para algún despistado romano) y es que «No solo de fútbol vive el hombre». La Gran Druidesa Pas Caroline aprovechó para explicarnos las plantas más usadas por los celtas.

Finalizamos la comida probando el caldero del solsticio de invierno que nos preparó La Gran Druidesa PAS Caroline (y nos explicó el proceso) compuesto por siete plantas de esta época, una con energía femenina, una con energía masculina, alternadas, y así hasta la última para simbolizar la armonía entre lo masculino y lo femenino. Armonía en La Tierra Media de los cuatro elementos (tierra, aire, fuego y agua) hasta llegar al Awen. Romero (Rosmarinus), Violeta (abre el chacra corona y nos conecta con los sueños y nuestra espiritualidad), Espino albar (Crataegus: abre el corazón, sedante para el sueño), el muérdago (Viscum album: planta maestra que abre el inconsciente), la mandrágora (planta maestra, tan querida por Juana de Arco y por las brujas que «volaban» ), la artemisa (usada en las incubatio, lugares sagrados en los «periodos luminosos») y la amanita muscaria (asociada con Papá Noel).

Después de un divertido viaje de vuelta a León y de una segunda despedida cargada de abrazos (por parte de casi todas) llegamos a casa renovados por el influjo de tanto artista, «geniales constructores de la belleza».

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