
Sin prisa alguna, quizás porque como dice Rafael Santandreu «para saborear lo pequeño hay que ir despacito», cinco dias después de ver el documental El beso de Dios donde se explica cada gesto y cada momento de la Misa, dos días después de la celebración del 25 Aniversario de Peñacorada, un día después de que Chanel quedara segunda en Eurovisión y el mismo día en que La Pequeña Carol descubrió que «los mayores también se equivocan» (le dije «ayer» y le tenía que haber dicho «antes de ayer») varias almas salvajes -La Gran Druidesa Pas Caroline y su hija La Pequeña Carol, Eli PAS, La Maestra Gabriella, Rosario y Abel- pusimos rumbo a Lucillo para ver los Petroglifos del Teleno, en plena maragatería leonesa.

Por el camino, apetecía, nos entretuvimos un poco para hacer ejercicio en el Gimnasio ecológico Lumen, en Valdespino de Somoza. De manera artesanal, este profesor de educación física -Manuel de Arribas Ares- usa el reciclaje, siendo, como él dice, el «alma mater» el olmo (negrillo). Los aparatos, los probamos todos, funcionan de maravilla.




Los Petroglifos de Peña Fadiel (Lucillo) son grabados rupestres parecidos a los que se encuentran en Galicia y en el norte de Portugal. Son manifestaciones de arte prehistórico postpaleolíticos (Edad de Bronce 1750-950 a. C) grabadas en afloramientos rocosos al aire libre: círculos, espirales… Quizás no era la mejor hora para verlos, como nos advirtió nuestro experto en fotografía Abel, pero La Pequeña Carol nos advirtió que usáramos el tacto mejor que la vista, y obedecimos, ¡Señor, sí señor!, of course.

Eli PAS, que ya conocía la zona, nos descubrió una cueva, por la que algunos renacimos:

Después de ir de un lado a otro errantes como el pueblo judío, al fin, seleccionamos un banco donde comer en un parque.

Luego, algunos pusimos rumbo a la casa de Jean Pierre y Lola, y Cristoff, que nos dieron una cálida bienvenida. Están bastante liados preparando un retiro de Búsqueda de la Visión que se celebrará a finales de mayo con la guía de un Hombre Medicina de Lakota (Vernon Foster), ultimando el recinto donde harán el fuego sagrado, construido con geometría sagrada (como Gaudí).




Al lado, el Inipi, o Sauna Sagrada, para purificar el cuerpo, la mente, el espíritu. Según de qué tradición se trate, la gente entra desnuda o no. Después de tomar un café o infusión, nos fuimos con los tambores y los cantos medicinales a Rabanal del Camino. Son cantos (Lola dixit) que «alguno desgarra, otros resuenan, unos inspiran, alguno sana».
El gran tambor, según qué tradición se trate, solo lo pueden tocar hombres. En la de Jean Pierre y Lola, que organizan cursillos de fin de semana para fabricar el propio tambor chamánico, admiten mujeres.
Humano y divino, todo sagrado.
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