En la libreta que guardo en mi mesilla de noche apunto sueños -lúcidos o no- que me generan bienestar. El de este sábado, 1 de mayo, me llevó a la recreación de la fiesta celta Beltane, quizás porque el objetivo desde Llamazares (1240 m) de los cinco druidas era La Cuevona (1790 m): la cueva (mujer) del Bodón (hombre), Torre mayor del Curueño, Dios de la victoria, territorio de Valdelugueros y, por tanto, de la Gran Matriarca La Toña. ¿Que si lo conseguimos? Vamos hombre…

La temperatura era estupenda. En el camino nos encontramos con lluvia nevada sin peso y fresquito a pesar de que Beltane -donde se unen la energía masculina y femenina-, celebra el comienzo del verano (estación clara); pero es que ¡en León ya se sabe! El sol también apareció en el momento oportuno. Comenzamos cruzando un bosque de hayas (fayedo) con el que establecimos una especial relación: «Cada uno que elija un árbol y se abrace a él. Luego, que vaya bajando hasta abrazar sus raíces», dijo la Gran Druidesa PAS Caroline.






Después del encuentro con nuestra haya, surgió la tertulia:
-Pues yo me imaginé a los padres de cada uno de nosotros.
-Y yo, qué estábamos aportando al árbol.
-No necesitan nada nuestro, somos más bien nosotros quienes…
-¡Yo me quedaría aquí toda la vida!
-Cada uno somos una parte de Dios…
Después de atravesar el bosque, La Comunidad Druida se cruzó, antes de llegar a la cueva, con una parejita (hombre-mujer) y con un señor en cabestrillo con su hijo: «De la cueva al Bodón, cuarenta minutos».


Como si fuera un documental de Calleja, fui retransmitiendo lo que nos ocurría, pensando ¡que bien podrían ser mis últimas palabras!:









Si queréis saber de Beltane, una de las cuatro principales fiestas celtas, os aconsejo este vídeo.
Un vídeo que recoge la esencia druida es este, de la Compañía de Dantza Dantzarima.
Y una manera de entender Baltane es como camino de regreso a casa, en palabras de Gabriela Robles.
Luego, seguimos nuestro camino…
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