Artículos financieros

Capitalismo consciente

La semana pasada, durante la clase de guion de cine que imparte Fernando Paniagua, cuestionábamos «el color» que mejor identifique a la película que estamos ideando. Mi protagonista es un asesor de inversiones que opta a ser el director general de un banco de inversión. Mencioné el rojo pasión. Varios compañeros dijeron: el gris. Y me acordé de los hombres grises de Momo. Y pensé: Pero, ¿Qué imagen proyecta la inversión?

Por eso, me parece interesante la corriente «capitalismo consciente», porque, a pesar de que en la mayoría de las películas de cine que abordan el dinero, el capitalismo o los bancos de inversión salen mal parados, asociados a la avaricia y al afán de lucro, el afán de un asesor financiero es que su cliente obtenga rentabilidad a su inversión según criterios éticos, de rentabilidad/riesgo y en función de sus propias peculiaridades. El «capitalismo consciente» conjuga valores propios del capitalismo –intercambio voluntario, competencia y libre mercado– con otros que podríamos denominar «más humanos» como la creación de valor, la colaboración o la confianza. En el libro Capitalismo Consciente: libera el espíritu crítico de los negocios, Johan Mackey –uno de los cofundadores de supermercados Whole Foods Market, comprada por Amazon por 13.700 millones de dólares– y Raj Sisodia –director del Centro Tecnológico de Marketing en la Universidad de Bentley– pretenden pasar de la «generación del dinero» a la «generación del bienestar’, alcanzando así el máximo potencial de un capitalismo que tratase de mejorar la vida de los demás y de la sociedad. Lo fundamentan en cuatro principios: «Propósito superior»: un negocio ha de tener un propósito más allá de generar beneficios –que es un medio–, como transmitir unos valores. «Orientación integral»: centrada en una relación sana y de mutuo interés –donde todos ganen– entre todas las personas de una empresa. «Liderazgo consciente»: que el líder muestre esos valores, equilibre los intereses de todos y esté para servir. Y «cultura consciente», orientada a las personas y a valores colaborativos frente a los competitivos.

En el mundo de la inversión algunos lo asocian con las inversiones temáticas y los criterios ASG de sostenibilidad, aunque no solo se trata de ofrecer un crecimiento sostenible en el largo plazo, sino que los inversores sepan que están destinando su dinero a mejorar el futuro.

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